10 de agosto de 2017

¡Identifícate! Número 9. Boletín de las XVI Jornadas de la ELP

 

 

#9

 
En este número, el último antes del receso estival, encontraréis más textos para seguir pensando el tema de las Jornadas así como vuestras propuestas de intervención: un texto de orientación muy actual escrito por Eric Laurent, El traumatismo del final de las políticas de las identidades y también en Lecturas, dos nuevas líneas de trabajo : La máquina de etiquetar  por Andrés Borderías y Del yo al síntoma, el inicio de un análisis escrita por Isabelle Durand.

En el Blog, los artículos de esta semana abordan el tema de las jornadas desde la arista de  las identidades de género o identidades sexuales, tres contribuciones escritas por Mari Cruz Fernandez, Gabriela Alfonso y Marcela Antelo. 

Buenas vacaciones y Hasta la vuelta !

Gabriela Medin


 

   El traumatismo del final de la política de las identidades

Eric Laurent
Con razón el último número de la revista Mental lleva por título “Identidades en crisis”, ya que éste es el punto de partida de Lacan. La lectura que Lacan hace de la teoría freudiana de las tres formas de identificación concluye que hay identificación porque no hay identidad que se sostenga. La identidad está en crisis de manera fundamental porque es un vacío.
 Creerse uno es una ilusión, una pasión, o una locura según las diferentes formas en las que Lacan ha podido nombrar el narcisismo. Desde 1946 y su texto sobre la “causalidad psíquica”, Lacan lo señala: “Las primeras elecciones identificatorias del niño […] no determinan otra cosa […] que esa locura gracias a la cual el hombre se cree un hombre.”(1). Creerse uno es abordado en ese momento de la enseñanza de Lacan mediante lo imaginario y la pasión narcisista: “Esta ilusión fundamental de la que el hombre es siervo, mucho más que de todas las ‘pasiones del cuerpo’ en el sentido cartesiano, esa pasión de ser un hombre, diría yo, que es la pasión del alma por excelencia, el narcisismo, que impone su estructura a todos sus deseos, incluso a los más elevados”(2). Lo que se opone a la pasión narcisista, como fundamento, es la dimensión de la causa, que atañe a la identificación. Fundada “en una forma de causalidad que es la causalidad psíquica misma: la identificación; esta es un fenómeno irreductible”(3). Podemos subrayar en esta lectura de la oposición freudiana entre narcisismo e identificación, gracias a la oposición entre pasión y fundamento, un eco del final de “El Ser y la nada”: “Toda realidad humana es una pasión, en cuanto que proyecta perderse para fundar el ser […], el Ens causa sui que las religiones denominan Dios. Pero la idea de Dios es contradictoria y nos perdemos en vano; el hombre es una pasión inútil.”(4). Allí donde Sartre ve algo inútil, Lacan sitúa la dimensión del sujeto del inconsciente como tal.

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La máquina de etiquetar

Línea de trabajo escrita por Andrés Borderías
 
No parece que a corto plazo se vaya a sustituir en el DNI la opción Masculino – Femenino por la serie de 50 modalidades de identidad sexual que Facebook ofrece -a demanda de sus usuarios. El Estado seguirá recurriendo a la oposición binaria M-F para fijar la identidad sexual, de modo que “Dos-espíritus” así como el resto de etiquetas que compone la oferta de Facebook tendrán aún que permanecer en el mundo de los semblantes digitales.
Este ejemplo muestra las paradojas de la identidad en nuestra época. El Otro contemporáneo se muestra en el campo de la identidad sexual, como en otros ámbitos, fragmentado en un enjambre de significantes amos, un zumbido inconsistente, oscilante y contradictorio. Lacan denomina “máquina” a la estructura efectiva del significante, la que pone en escena al sujeto. Esta máquina, tras la transformación del Otro, ha cambiado de régimen hacia una lógica del no-todo. Es un proceso en el que ningún elemento está dotado de un atributo que le sea asegurado por principio y para siempre. No se tiene la seguridad del atributo, sino que estos son adquiridos y precarios.

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Del yo al síntoma, el inicio de un análisis

Línea de trabajo escrita por Isabelle Durand
 
Si partimos de la constatación de que el final de un análisis no puede ser considerado como tal sin la caída de las identificaciones, entonces eso nos orienta sobre lo que pasa en su inicio.
En el inicio de un análisis se tratará de pasar de la queja del “yo soy …”, de articular esta identificación a un síntoma que a menudo tiene poco que ver con la queja que llevó el sujeto a consultar. Mientras el síntoma está definido desde un punto de visto exterior a lo que dice el paciente, mientras está considerado como “objetivo” respecto a una supuesta normalidad, podemos decir que este síntoma no está constituido desde el punto de vista analítico. Para que un síntoma sea analítico tiene que transformarse en una pregunta para el sujeto. Algo quiere decir algo aunque no sepamos qué. Hay una significación de significación. En el análisis la demanda fundamental es la demanda de significación: ¿qué quiere decir eso? Supone que hay algo, una significación escondida, por descifrar.

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Boyhood

por Mari Cruz Fernández

Mundos de andar por casa. Elogio a lo cotidiano

La reflexión sobre el abordaje de los “asuntos de familia” por medio de un trabajo artístico, como el cine, nos permite encontrar ecos del recorrido de los personajes del film* tratando de encontrar respuestas ante “lo real familiar”. Cada sujeto está convocado a responder a ese real familiar. La respuesta es la cuestión ética que está en juego en cada sujeto en relación a su deseo.
En Psicología de las Masas y Análisis del Yo, Freud sostenía que la identificación es la manifestación más temprana de un enlace afectivo a otra persona.
Este imperativo estructural, ineludible, a la identificación es un proceso fundante del psiquismo, un intento de fijar al sujeto a la norma, algo que lo nombra, aunque sus efectos son variados y las respuestas son singulares.

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¿Qué es qué?

por Marcela Antelo
Para Lacan, hetero y homo no se refieren estrictamente a la diferencia sexual o a las elecciones de objeto, dado que la “realidad se aborda con los aparatos de goce” (2). Lacan dirá algo más en su ejercicio de definir lo indefinible, en una página, la 491 de El Atolondradicho. Encontramos ahí toda su exuberancia en cuanto al uso de la equivocidad del sentido. Veamos con Lacan qué es qué
  1. ¿Qué es una mujer? “Decir que una mujer no es toda es lo que el mito nos indica por ser ella la única cuyo goce sobrepasa a aquel que surge del coito” (3).
  2. ¿Qué es el goce de una mujer? “si se satisface ahí la exigencia del amor, el goce que se tiene de una mujer la divide, haciendo de su soledad partenaire, mientras que la unión queda en el umbral” (4).
  3. Y el hombre, ¿de qué goza? “Cómo reconocería el hombre servir mejor a la mujer de la que quiere gozar si no es devolviéndole ese goce suyo que no la hace toda suya: por en ella re-suscitarlo” (5).
  4. Pero el sexo, ¿qué es? “ Lo que se llama el sexo es propiamente, por sostenerse de notoda, el heteros que no puede saciarse de universo” (6).
                                                                                                       
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Nosotras

por Gabriela Alfonso
El sujeto femenino es particularmente susceptible de identificación por faltar un significante que la nombre. Y puede tender a adscribirse a comunidades de goce que le darán, no sólo una causa por la que luchar, sino también un nombre por el que reconocerse. “Nosotras, las feministas” o “Los derechos de las madres”, etc., son algunos posibles accesos a un significante de uso común por el que cada una se pueda representar. Queda claro que los derechos de las mujeres y de las madres no están en entredicho en esta reflexión.
En las mujeres no hay que descartar la identificación fálica. Es una manera de adquirir un nombre que supone un lugar y escapar al goce de la privación. De escapar a esa apuesta por el ser. De hecho, la identificación histérica y la identificación viril son maneras de preguntarse por el ser femenino. Sin embargo, la gran identificación fálica que es la madre, no necesita preguntarse nada. La madre directamente tapona la pregunta porque ella tiene lo que nadie más. Su precioso falo. Su hijo.
Al tiempo que me encontraba leyendo acerca de un grupo singular, las beguinas, me comentaron de otro grupo, actualmente en mi ciudad, practicantes peculiares del llamado “colecho”. Dos grupos que no pueden ser más diferentes.

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