3 de abril de 2015

Onfray se muda, por Jacques-Alain Miller

1. ¿Por qué los Papúas?

Onfray hace alarde de la virtud del filósofo que se vuelve un hombre público: según Foucault es la parrêsia, en griego el decir todo, el decir verdadero, el hablar francamente, les dice a los poderosos sus cuatro verdades, hace caer a los ídolos, salmodia acusaciones sin réplica, cuando la dosificación es buena todo el mundo lo quiere, de la izquierda a la derecha. Le ocurre embrollarse y entonces ¡cataplum! Hace poco en Le Point nuestro justiciero tomó por asalto a Saint Germain de Prés, declarada “aldea Papúa” y decapitaba sin piedad a su mafia de izquierda caviar. En el acmé de la masacre: “Prefiero un análisis justo de Alain de Benoist antes que un análisis injusto de Minc, Attali o BHL…¡Los Papúas van a gritar! Pero no me harán decir que prefiero un análisis injusto de BHL con el pretexto que él dice que es de izquierda”. (extracto citado por J.J. Bourdin en su entrevista del lunes con Onfray).

Este domingo interviene Manuel Valls. El ostenta la virtud del jefe: la autoridad, en él siempre cerca de la ira. Hay alguien que le cierra la boca al filósofo: “Cuando Michel Onfray explica que Alain de Benoist vale mas en el fondo que BHL, esto quiere decir que perdemos las referencias”. Onfray inmediatamente está en todos los medios: no fue leído, fue mal leído, llega a proponer en Le Figaro “una explicación de texto”. ¿El problema según él? Valls es “un cretino”. Pero no. Más bien hay algo retorcido en las palabras de Onfray. Este presenta un conflicto de preferencias.:

A) Siendo “hombre de izquierda” yo (Onfray) prefiero a un hombre de izquierda que a los de la derecha. 

B) Siendo filósofo, prefiero lo justo a lo injusto, lo verdadero a lo falso. 

C) Siendo antes filósofo que de izquierda, pongo por delante a B sobre A: más vale una vedad de derecha que un error de izquierda.

Ese quiasma de lo preferible no es de la cosecha de Onfray. Encontró su expresión clásica en la sentencia latina: «Amicus Plato, sed magis amica veritas» : Platón es mi amigo, pero la verdad es una amiga aun mas querida. Este pensamiento viene de Platón y es retomado por Aristóteles: Cicerón hace la elección contraria: prefiero equivocarme con Platón que estar en lo cierto con Pitágoras (origen del célebre “Mejor equivocarse con Sartre que tener razón con Aron”)- Lo que cojea en la versión de Onfray es que no es amigo de BHL, lejos de ello, no lo puede soportar. Entonces, el “Plato amicus” en el que se basa el proverbio se invalida, ¡patapuf!

Esto es lo que autoriza la lectura que hace Valls. De hecho, la versión de Tarski, gran lógico, es la que hubiera podido darle sentido al galimatías de Onfray: «Inimicus Plato, sed magis inimica falsitas», es decir, BHL es mi enemigo, pero el error es un enemigo aún mayor. Queda un misterio: ¿por qué agarrárselas con los Papúas? Las culturas papúas inspiraron a los más grandes etnólogos: Malinovsky, Margaret Mead, Godelier. ¿Quién eres tú Onfray para despreciarlos?

2. Lógica del galimatías

Ahora quisiera hacerle justicia al galimatías de Onfray, desplegar todas las sutilezas, extraer su sentido profundo. Voy a empezar por una “curiosidad” indicada por María de França (Manuel Valls, Michel Onfray y BHL: la apuesta del debate” La regle du jeu, 8 de marzo 2015) : “Nosotros tenemos el derecho de encontrar muy curiosa esta manera de sacar de la naftalina a Alain de Benoist, un intelectual totalmente olvidado”. En efecto, ¿por qué Alain de Benoist? ¿Por qué imputar precisamente a ese personaje la paternidad del “análisis justo” del cual “el análisis injusto de BHL” es simétrico? Siendo el ataque ad hominem, siendo Bernard Henri-Levy el hombre en la mira, se impone la mención de su nombre, es legítimo, es necesario. Por el contrario, mencionar a Alain de Benoist no es necesario sino contingente: cualquier personaje de derecha hubiera servido de igual modo en ese lugar. La elección del nombre propio no tiene ninguna incidencia en la validez lógica del razonamiento. Se podría dar a la teoría de las preferencias de Onfray la siguiente axiomática: A) lo verdadero, V, supera a lo falso, F, A´) Escolio: toda tesis V (justa, verdadera, exacta) supera a toda tesis F (injusta, falsa, errónea); B) Todo nombre que pertenece al paradigma de las “personas de izquierda” puede verse atribuir la producción de una tesis F. El galimatías de Onfray se basaría a partir de aquí en la siguiente implicación, válida aunque redundante. Dado que el hecho de que el autor de tesis, sea de derecha o de izquierda es neutro en cuanto a la validez de la fórmula. Es decir: para todo x tal que x es una tesis válida teniendo un autor de derecha y para todo y tal que es una tesis falsa que tiene un autor de izquierda, x vale mas que y. La elección de los nombres propios destinados a ejemplificar al hombre de derecha, autor de una tesis verdadera y al hombre de izquierda autor de una tesis falsa no es una decisión de orden lógico, sino ideológico o sentimental, es decir, profundamente retórica. En el marco de una polémica contra BHL, nada hay mas legítimo que identificar con este nombre al hombre de izquierda autor de una tesis falsa. Solo que la hostilidad de Onfray hacia BHL es tal que desborda su esquema lógico de prejuicios cruzados. De allí el sentimiento de tener que vérnoslas con un galimatías. Lo que arroja por tierra el quiasma de Onfray, es que él se rehúsa a reconocerle a BHL la calidad de hombre de izquierda.

Señala en efecto que BHL “dice que es de izquierda”. A sus ojos se trata entonces de una aserción ilocutoria, que expresa una opinión del sujeto sobre sí mismo, lo que presupone que él, Onfray, se rehúsa a dar a ese dicho el estatuto de una verdad objetiva. A partir de ello, nada impide que la falsedad supuesta de la tesis de BHL se extienda a su cualidad de hombre de izquierda. Dicho de otro modo, Onfray deja entender, sugiere, que BHL es un falso “hombre de izquierda”. De lo que resulta que el axioma de lo preferible, que plantea que en todos los casos lo verdadero vale más que lo falso, no tiene como única consecuencia la escolia que afirma que toda tesis verdadera vale más que una tesis falsa. Implica también otra: que un verdadero hombre de derecha autor de una tesis verdadera vale mas que un falso hombre de izquierda autor de una tesis falsa.

Esta escolia justifica plenamente la lectura de Manuel Valls del galimatías de Onfray. Este peleó como un león, discutió esta lectura en todos los tonos y en todos los medios, calificó a Valls de “cretino”. Lo que no impide: que en este asunto no haya más que un cretino, y es Onfray. Lo que en esa ocasión, cretiniza al muchacho que, por otra parte, está lejos de ser falto de inteligencia, son los desbordes de su odio. Odio por BHL. Odio por la mafia elitista y decadente llamada de Saint-Germain de Pres. Odio por la Izquierda en todas sus formas conocidas, o casi. De todos los que se expresan en los medios en 2015, Onfray es de lejos el que odia con más constancia, es el único cuyo estilo transmite algo de la Acción francesa. El Rivarol de hoy está detrás lejos.

3. La elección de un nombre propio

Ahora, ¿qué nombre elegir para ejemplificar el hombre de derecha autor de una tesis verdadera? Hay nombres cuya asociación a la noción de una “tesis verdadera” heriría el sentido común del público o, para hablar como Orwell Michéa, la “common decency“. En efecto, considerar a alguien como el autor de una tesis verdadera implica inevitablemente un efecto de sentido elogioso.

Supongamos que yo digo por ejemplo: “una tesis verdadera de Hitler”. Incluso si por otra parte yo afirmo odiar al personaje, este enunciado trae aparejado un elogio, puesto que presupongo que Hitler es capaz de enunciar (al menos) una tesis verdadera.

Ahora bien, por otra parte consta que Hitler enunció un buen número de “tesis verdaderas”, del tipo; “Voy a ocupar Renania por sorpresa, y no se moverán”, “Nadie me impedirá realizar el Anschluss”, “Vamos a voltear la línea Maginot como lo preconiza Manstein, y tendremos una victoria aplastante”, etc. Dada la exactitud de estas aserciones previsionales, nada se opone en el plano de la estricta lógica que hablemos de las “tesis verdaderas” de Hitler. Para retomar la frase memorable de Roland Dumas en su diálogo con Jean-Jacques Bourdin, del 16 de febrero pasado, “¿Por qué no decirlo puesto que es una realidad?” Sin embargo, hacer de Hitler, en el marco de una argumentación puramente lógica, el sujeto de la enunciación de tesis verdaderas, es una cosa. Otra cosa es hacerlo en la “esfera pública” (en el sentido de Habermas). Allí, este nombre propio arrastra una connotación de la que no se desentenderá ningún locutor un poco despabilado, que no desee verse prestando simpatía por el nazismo.

Por eso, la elección del nombre propio debe responder a criterios extra lógicos de tacto y de oportunidad. Ese nombre tiene el estatuto de un significante retórico, caracterizado por su “nebulosidad”, según el término de Roland Barthes. El efecto que es susceptible de tener sobre el público debe calcularse de antemano. En el caso presente, la armonía de las palabras querría que frente a BHL, se coloque el nombre de un intelectual de derecha más o menos comparable, es decir, una persona notoria, actualmente activa, que tiene una fácil acceso, incluso privilegiado, a los medios, listo para expresarse fuerte y alto sobre las cuestiones de actualidad y los problemas del momento. Ahora bien, ¿quién es Alain de Benoist? Es un auténtico intelectual autodidacta de extrema derecha. Es un autor prolífico. Es también alguien que hizo escuela, que tuvo su hora de gloria en los años post 68, cuando Robert Hersant y Louis Pauwels le confiaron a él, y a su grupo de “La Nueva Derecha”, la orientación y la redacción de Le Figaro-magazine, que ilustraron en su época François Mauriac y Raymond Aron. Sin embargo, su nombre no satisface de ningún modo los requisitos que acabo de explicitar. De allí la sorpresa de Maria de França. Lo que no quiere decir que la elección de ese nombre por parte de Onfray sea inmotivada. Podemos explicarla, como lo hace Renaud Dély, por “los puntos comunes y convergencias” entre Benoist y Onfray que pone en evidencia el último número de la revista del Sr. Benoist, Elements (“Michel Onfray y las “ideas justas” de Alain de Benoist”, Bibiobs, 9 de marzo). Sería en suma, una justa compensación. Lo que no obsta que otro nombre diferente del de Alain de Benoist hubiera venido a ubicarse naturalmente frente a BHL, sin sorprender a nadie: el de Eric Zemmour. Él satisfacía perfectamente los requisitos informales que he enumerado. De donde la hipótesis que ha habido en las palabras de Onfray metáfora significante (en el sentido de Lacan). El significante “Alain de Benoist” habría sustituido al de “Eric Zemmour”, el cual “habría caído debajo”. En tanto que esta metáfora ocurrió, ¿cuál ha sido su efecto de sentido?

1) En lo que concierne a BHL, la metáfora opera por contaminación: lo manda a reunirse con Alain de Benoist en la naftalina y en el olvido. Asociar a BHL con Zemmour hubiera sido asociarlo a una dinámica muy actual y con mucho futuro; asociarlo a Benoist, es ponerlo en pasado, enterrarlo, es el equivalente de un: “¡Muera BHL!” o “¡Ya ha muerto BHL!”

2) En lo que concierne al mismo Onfray, la metáfora opera inversamente por descontaminación: asociar los nombres de BHL y de Zemmour hubiera asociado correlativamente el nombre de Onfray al de Zemmour. De resultas, se habría hecho visible que se trata para Onfray de dejar incomprendido al lector. Es lo que vamos a examinar ahora.

4. Como ser “de izquierda” a la derecha

Esto es lo que llamo el quiasma de Onfray: mejor un análisis justo de Alain de Benoist que un análisis injusto de BHL. Hasta el momento, lo hemos analizado como tal, fuera de contexto. Reubiquémoslo ahora en el contexto de la entrevista de Le Point de donde está extraído. El copete de la redacción expresa sin maquillaje que Onfray está en una fase de transición, de mudanza política, y no se sabe que el personaje, tan presto a rectificar toda palabra que le concierne, haya juzgado bien manifestarse en este caso. Texto: “el filósofo fustiga la izquierda bien pensante. Lo suficiente como para que la derecha lo recupere…”. En efecto, Onfray está en ruta. Está migrando, con todo lo necesario, de la izquierda a la derecha. Sin embargo, lo que hace a la dificultad de la operación, es que Onfray sabe que no tiene interés por la derecha más que si se une a ella permaneciendo como “un hombre de izquierda”. En suma, le resta realizar esta hazaña: ser un “hombre de izquierda” a la derecha, incluso “el hombre de izquierda” de la derecha. Esto exige: a) que la derecha se defina como un lugar, y no como una clase de individuos; b) que, contrariamente al dicho de Danton sobre la patria, Onfray pueda llevar la izquierda en la suela de sus zapatos.

Una condición puede satisfacer a estas dos exigencias a la vez. Es la que enuncia el Sertorio de Corneille ante Pompeyo: “Roma ya no está en Roma, está donde yo estoy”. Es la empresa de Onfray: demostrar que la izquierda no está más a la izquierda, que está toda donde él esté. No soy yo el que abandona la izquierda, vocifera Onfray, es ella, la garza, la que me abandona, y haciéndolo, se abandona ella misma. Como lo señaló Baptiste Rossi, la izquierda de Onfray no es “ni la izquierda burguesa-bohemia, ni la izquierda comunista, ni la izquierda liberal, ni la izquierda islamista, ni la izquierda biempensante, ni la izquierda zoófila, ni la izquierda Miterrand, ni la izquierda marxista, ni la izquierda Sarkozy…” (“Michel Onfray, la mafia no pasará”, La regle du Jeu, 9 de marzo). En su entrevista de Le Point, la rabia que Onfray emplea para estigmatizar a todas las derivas de la izquierda lo conduce en efecto a definir la izquierda por lo que no es. Esto equivale a transponer a la filosofía política el procedimiento mayor de la teología negativa, cuyo primer teórico fue, al final del siglo V el llamado Pseudo-Dionisio el Areopagita, “el padre de la mística”. Señalo al pasar que es lamentable que el volumen de sus Obras completas, traducidas hace tiempo en Aubier por Maurice de Gandillac, se haya agotado. El apofatismo de Onfray en relación con la izquierda (Wikipédia; del sustantivo griego apofhasis, del verbo apophemi, “negar”) solo conoce un límite: Onfray mismo. Baptiste Rossi lo expresa con gracia: “Podemos decir que la definición de la izquierda para Michel Onfray comienza en Michel y se detiene en Onfray”.

Es la solución del problema. Al estar la verdadera izquierda siempre allí donde está Onfray, confundiéndose de algún modo con su persona, le es posible comprometerse con la derecha, relacionarse, flirtear, follar con ella, incluso hacerle hijos, sin dejar por ello de ser de izquierda. Hay allí una pérdida de referencias, como lo señala Manuel Valls, pero no se debe a una eventual desorientación de Onfray. Muy por el contrario, su táctica es desorientar. Para lograr su instalación en la derecha como “hombre de izquierda”, le hace falta confundir las pistas en torno de él. La idea es crear una situación turbia donde nada pueda encontrarse.(1) El pasaje por el “cosmos” ayudara a ello. En su novela 1984, Orwell imagina que el ministerio de la Verdad, órgano de la propaganda del poder, machaca los tres slogans del Partido: “WAR IS PEACE”, “FREEDOM IS SLAVERY”, “IGNORANCE IS STRENGTH”. Onfray, que se difunde en casi todos los medios desde hace una semana, es en sí mismo un pequeño ministerio de la Verdad a su servicio exclusivo. ¿Qué slogans subliminales difunde? Algo como: “LA IZQUIERDA NO ES MÁS LA IZQUIERDA”, “LA DERECHA ES MUCHO MÁS QUE LA DERECHA”, “ONFRAY DICE LO VERDADERO SOBRE LO VERDADERO”.

5. Flash sobre el porvenir

1.- Ahora que Onfray desplazó su hogar a la derecha, es tanto más urgente para él reafirmar su identidad de hombre de izquierda. Le hará falta por lo tanto poner el acento en algunos “marcadores” presumidos como de izquierda. Está su antiliberalismo, pero no basta para hacer la diferencia. Antiliberal, el conservador lo es igualmente. Ver por ejemplo la entrevista de Denis Tillinac en Le Figaro del 14 de marzo, publicada con el título: “Si la derecha es una versión liberal de la izquierda, morirá”. Antiliberal, el neo fascista reformado lo es mucho más que el miembro medio del Partido socialista, de allí el exabrupto de Alain de Benoist: “¡Me siento más a la izquierda que Manuel Valls!”

Finalmente, nadie que no sepa que el Front Nationales de ahora en más la mayor fuerza política antiliberal del país, relegando detrás lejos a Mélenchon, al Frente de izquierda, a los trotskystas. Onfray deberá por lo tanto mostrarse inventivo. ¿Qué astucias encontrará para salvar su reputación de hombre de izquierda? Arrojar oprobio sobre las izquierdas reales, está bien, pero es insuficiente. Lo veré picotear entre los unos y los otros “verdades de izquierda” a las cuales asociarse y darle su marca.

2- ¿Cuánto tiempo las izquierdas tardarán en registrar la deserción de Onfray? El Obs parece haber hecho su duelo del poderoso plumitivo. No es el caso de Liberación. Marianne es complaciente: le alaban sus elucubraciones “cósmicas”; le ofrecen un espacio para dispararle a Valls; el cronista literario deplora que los políticos se mezclen en “el debate cultural”: es decir, en suma, “¡Valls, vaya a cucha!” Veamos cual será la duración del tiempo para comprender en las personas un poco dura de orejas. 

3.- La derecha conservadora y la extrema derecha festejan el regreso del niño pródigo. Vimos que Alain de Benoist, gran anticristiano ante el Eterno, armó caballero a Onfray. En Le Point de esta semana, Christine Boutin no se queda atrás: le perdona su ateísmo militante, pues su “voluntad de buscar la verdad a partir de lo real se acerca a la encarnación cristiana”, misterio incomprensible. Luego, ella cae desvanecida: “¡Incluso se atreve a proclamar el final de la izquierda!” Giesbert no esconde ser “un viejo amigo” de Onfray. Estrecha en sus brazos “al coloso” del que admira su potencia de trabajo. Protege desde siempre a “nuestro Savonarola nacional”, perseguido, por “los comisarios de la policía del pensamiento”. Defiende en Onfray, cree él, al hijo de pobres, al provinciano y al hereje a la vez. La verdadera derecha liberal y moderada no estará ciertamente en la misma longitud de onda que FOG, su dandi. ¿El caso Onfray será una manzana de la discordia entre las derechas? Habrá que mirar con lupa los “posicionamientos” de unos y otros.

6. Por eso los Papúas

Sabemos un poco más sobre Onfray. Queda aún el misterio papúa. ¿Tenemos ahora algo con qué perforarlo? ¿De qué se trata en suma? De una pequeña broma no muy malvada. Consiste en asimilar Saint Germain des Pres a una “aldea papúa”. Sabemos que Saint Germain fue ironizada en los años de post guerra, luego durante las guerras coloniales de indochina y sobre todo Argelia, como el barrio de la izquierda intelectual de la capital, un poco como Greenwich Village (“the village”)en New York o Bloomsbury en Londres en tiempos de Keynes, Lytton Strachey, Virginia Wolff. Es una broma racista, por supuesto, pero que se refiera más al sonido que al sentido. No podemos decir que “la etnia papúa” estaría apuntada en tanto tal. Es la palabra “papúa” (papou) lo que cuenta, con la aliteración interna de sus labiales “p…p…”, y el “uo” final que recuerda esos “hou... hou…” cuyo significado va del llamado amistoso a la risa hostil. No se trata por lo tanto de esos Papúas cuya cultura apasionó a los grandes etnólogos, para nada. Es solo que en francés, por el espíritu de la lengua, se liga un cierto ridículo a la palabra “papúa”, pero también una cierta ternura, como en “papounet” diminutivo familiar de “papá”. Cuando se considera a los intelectuales de Saint Germain como snobs, etéreos, incluso degenerados, llamarlos “Papúas”, con un nombre que evoca en francés la significación general del no civilizado, del salvaje, es cómico, todo el mundo comprende eso. Para resumir, la broma de Onfray sobre los Papúas, mas franchute imposible. Es del mejor estilo “los tres chiflados”. Es Michel Audiard. Todo el espíritu del anarquismo de derecha está allí.

7.- E finita la commedia

Lancé la palabra. No hay que aflojar: Onfray es de esta familia espiritual, que ilustraron en literatura Anouilh, Marcel Aymé, Antoine Blondin, Celine, Michel Déon, y señores menores. Es esta familia la que hizo de Saint Germain el objeto electivo de su odio. Su blanco, durante la Ocupación, eran los “zazus” – ¡ah! aquí están los ancestros de nuestros “papúas” – la juventud no conformista, que vomitaba con Vichy, amaba el jazz y llevaba a veces la estrella amarilla por solidaridad con los judíos (ver la noticia en Wikipedia). En seguida fueron los “existencialistas” que nuestros anarcos de derecha vilipendiaron. Digo que nadie que tenga una oreja literaria, y algún conocimiento de la historia del país en el siglo XX, podría desconocer en Onfray al retoño de esta tradición bien francesa. ¡El anarquismo de derecha! Su política es infame. La literatura le debe muy bellas páginas, de grandes escritores. Su estilo y su concepción del mundo impregnaron profundamente “la ideología francesa”. No hay que tratar de amordazarla: es una parte del genio de Francia, de Gabin a Delon, de los Pieds-Nickelés(2) al Viaje al fin de la noche, del que Beauvoir decía en sus memorias: con Sartre, “nosotros sabíamos de memoria un montón de pasajes. Su anarquismo nos parecía cercano del nuestro”. Sí, entre el anarquismo de izquierda y el de derecha, al comienzo, siempre hay intersecciones. “Hace falta tiempo” para que eso decante. Para Onfray, llegó la hora. Lean su odiosa perorata contra la izquierda. Vean como execra a los Rebespierre, los Marx, los Sartre. Vean su desprecio, por la intelligentzia y por la “masa embrutecida”, aquella que “goza de la servidumbre voluntaria y descendía a la calle como un solo hombre con el primer silbato mediático” (en Le Point, nro 2216, p 40). Vean su “socialismo proudhoniano”, utopía caza-bobos que nunca prosperó más que en los círculos de extrema derecha (ver la historia del círculo Proudhon). Vean su postura de “pobre que aprieta los puños”, ardiendo por tomar su revancha contra los burgueses, y caerles a los herederos con su energía de “hijo del pueblo humillado. Caliban solo tiene unas ganas: volverse Próspero. O más bien, tomar su lugar”. Véanlo hacer de “fiera” perseguida por “la sociedad anónima de los imbéciles y de los cabrones”. En esto, Giesbert, lo aprieta contra su corazón: teatro de la amistad viril. “La moral anarquista de derecha se vive en una defensiva permanente”.

Vean la tendencia de su verbo a “la autobiografía generalizada, envolvente”, hasta el punto que toma libre curso en su próximo opus, anunciado con el título Cosmos. Vean su nostalgia reaccionaria, “su oposición al siglo” y, simultáneamente, su convicción de que el triunfo de este mismo siglo es “ineluctable”, que la aristocracia del espíritu está destinada a ser pisoteada y vencida. Pues su populismo “es menos la elección deliberada de las víctimas que la elección también deliberada de los vencidos”.

Finalmente, “su ideal en la tierra, es el pabellón de piedra” – ahora llegó el éxito, “un nuevo QG de la baja Normandía” en Caen, nos enseña Giesbert “y es el tipo social del pequeño empresario, cuya imagen positiva recorre todos sus libros”. Lo que mi discurso anafórico los invita a ver en Onfray, son los trazos que dibujan una figura única y reconocible entre todas, la del anarquista de derecha.

Sepan que las citas que salpican mis líneas luego de la mención de Robespierre, Marx, Sartre, fueron extraídas de un mismo libro: el ensayo del historiados Pascal Ory. El anarquismo de derecha, aparecido en 1985, en Grasset. No se trata de Onfray, cuyo primer libro es de 1988.

8. Cósmico-cómico

Los extractos de Cosmos que da Le Point de esta semana ya son regocijantes. Onfray tiene la nostalgia de los años en que los hombres estaban “en contacto directo con el cosmos, y su vida se reglaba con el mecanismo de relojería impecable del Universo”. ¡Qué presunción de parte de los humanos, esos pequeños minúsculos, haberse rebelado contra el orden de las cosas! “La piedra obedece al cosmos, la planta, el animal también, por supuesto, pero no el hombre.” Resumiendo, Bye Bye Kant, y lo que sigue. Es un discurso para Jean Gabin. Onfray se supera sí mismo. Se encontró. Lo dice: “Es mi primer libro”. Se contentaba hasta ahora con ser un quejoso reaccionario post-1789, al unísono con el pensamiento contra revolucionario más puro, el pensamiento original de la contra revolución, el más hostil a las Luces. Su emblema: la anguila lucífuga. A buen entendedor…”. Entra aquí, amigo de mi corazón”, le dicen, Bonald y Maistre, Maurras, y Pétain. 9. – 

Nuevo flash Onfray: nuestro Joseph de Maistre, el estilo en menos, la labia de Audiard en más. Zemmour, neo bonapartista, puede pasar, en comparación con Onfray por un progresista. No, Onfray no será “el hombre de izquierda” de la derecha. Ninguna posibilidad. Será, ya lo es, el neo anarquista de derecha que la época esperaba. Energía, aliento, astucia, encanto, carisma, descaro, queda bien en la tele: tiene todo para perdurar.

NB: la primera parte de este texto apareció en Le Point de esta semana, n° 2218, p. 59.

Traducción: Silvia Baudini

Notas: 
 
1-. La fameuse chatte ne puisse retrouver ses petits, expresión que significa, gran desorden, literalmente la famosa gata no pueda encontrar a sus gatitos.

2-. Pieds nickelés, tira cómica creada en 1908. La expresion pieds nickelés significa «los que no se interesan mucho en trabajar».

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