26 de julho de 2007

LA “BIOPOLITICA” Y LOS CUERPOS EN LA SOCIEDAD CONTEMPORANEA





LA “BIOPOLITICA” Y LOS CUERPOS EN LA SOCIEDAD CONTEMPORANEA




Por Mario Goldenberg *








Michel Foucault, en su seminario del 17 de abril de 1976, introdujo el término “biopoder”, entendido como el modo en que “el poder político se ejerce sobre el hombre en tanto ser viviente”. Hasta entonces, la filosofía política había apuntado más bien a los derechos del sujeto ante el Estado y la Ley. El término “biopolítica”, que desarrolló entre otros el filósofo napolitano Roberto Esposito (autor, entre otros textos, de Inmunitas y Communitas, publicados por Amorrortu), incluye en el discurso político un elemento diverso que es el bios, el cuerpo. La biopolítica es la política que se ejerce sobre los cuerpos.
Esto permite a Esposito un abordaje inédito del nazismo, que ya Foucault había denominado racismo de Estado. La política del Tercer Reich fue más bien una tanatopolítica: una política de pureza racial sobre la vida, que, utilizando el discurso biológico, procuró curar a la raza aria de la infección judía. Y no se trataba de un uso metafórico: es conocida la participación de los médicos en la selección y otros dispositivos de los campos de exterminio. Hitler mismo fue llamado “el gran médico alemán” que, siguiendo la tradición de Pasteur y Koch, había descubierto el virus que infectaba a la nación aria. En la Argentina hemos tenido una variante de esta tanatopolítica, ya no con un discurso racial, sino el de “curar a la patria de la infección subversiva”, que incluía prácticas de exterminio y, también, la apropiación de cuerpos de bebés como botín de guerra.
La biopolítica es un modo interesante de pensar, no sólo los extremos del fascismo, sino también, en el contexto actual, las políticas de evaluación, regulación y sanitarias: también son políticas sobre el cuerpo.
Esposito piensa la comunidad a partir de un no hay nada en común: una ruptura de la idea cerrada y orgánica del cuerpo político, a favor de la multiplicidad de la existencia variada y plural; una política entendida como producción continua de la diferencia respecto de toda práctica identitaria; una conjugación inédita entre el lenguaje de la vida y la forma política. Es decir: una biopolítica afirmativa, no sobre la vida sino de la vida.
Pero también plantea la noción de immunitas, en la cual, a partir de la biología, se presenta lo “inmunitario” como una infección atenuada para prevenir una mayor. Lo inmunitario permite mantener una comunidad: pero en esta época se pone en juego a través de guerras preventivas, de sistemas de seguridad donde el aparato represor atenta contra la integridad de los cuerpos. Esposito menciona el caso de Afganistán, donde los mismos aviones que repartían víveres tiraban bombas. El film La caída muestra cómo el aparato inmunitario del nazismo en sus últimos días puso en juego contra ellos mismos el goce exterminador: los mismos alemanes, si no eran suficientemente fuertes, debían ser destruidos.
La seguridad, preocupación dominante en los tiempos de la globalización, tiene de algún modo esas características: por preservar la seguridad se puede hacer uso de la violencia sobre los cuerpos, como sucedió en la reciente masacre en un colegio en Beslán (Rusia), donde las fuerzas de seguridad terminan matando no sólo a los secuestradores, sino a los niños que estaban como rehenes. En esta línea, la protección inmunitaria, que se presenta como el mecanismo que protege a la vida combatiendo aquello que la niega, es expresada de forma más acabada –plantea Esposito– por la figura del phármakon, con su doble sentido intrínseco de medicina y veneno. Este mecanismo para conservar la vida termina negándola.
Para Jacques Lacan, no hay comunidad de goce: en lo que podría llamarse el bios lacaniano, la manera de gozar es singular. La lógica inmunitaria tiende a hacer borrar el bios en el sentido de forma de vida, donde podemos situar lo pulsional. La lógica identitaria, por su parte, intenta nombrar los síntomas desde el discurso de la ciencia y del mercado, para borrarlos en su sentido y singularidad: tenemos así un mundo de anorexias, adictos, terroristas, bulimias, depresivos, panic attacks, nuevos nombres donde lo inmunitario excluye la diferencia.
* Psicoanalista de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Profesor en la UBA. Texto extractado del trabajo “Psicoanálisis y biopolítica”.







http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-88681-2007-07-26.html








Nenhum comentário: