10 de novembro de 2006

XV Jornadas anuales de la EOL




XV Jornadas anuales de la EOL
Patologías de la identificación en los lazos familiares y sociales
2 y 3 de diciembre de 2006, en el Marriott Plaza Hotel
Con la presencia de Eric Laurent


De la orientación paterna a la orientación parental

María Inés Negri

Hoy asistimos a lo que con Lacan llamaremos una “anomalía familiar” respecto a las normas edípicas de la familia por él llamada “pequeño burguesa”. Anomalías, quizás es poco decir respecto de las elecciones que pueden volverse la norma de hoy o de mañana. La definición misma de la parentalidad se plantea más allá de la diferencia de los sexos, de la diferencia hombre-mujer, de la diferencia padre-madre, tal como lo señala Serge Cottet en su texto “El padre puverizado”.
La eliminación de la relación sexual en los asuntos del parentesco, esto es la parentalidad, caracteriza nuestra modernidad y define el campo de lo que es rechazado hoy.
Si la declinación del padre es un hecho, ya desde la época de Freud, lo que lo llevó a hacer de él un mito, ¿qué es lo irreparable de la carencia del padre? Una de las consecuencias a las que asistimos es saber ¿cómo estos niños que la han padecido se orientarán hacia el otro sexo? ¿Cómo podrán asumir una posición sexuada, cuando la brújula del deseo del padre, la père-versión no entra en juego?
Toda la conceptualización de Lacan de la función de la madre y de la del padre a lo largo de su enseñanza la hace tomando como punto pivote la asunción del sexo, condición que abre a la posibilidad de abordar la maternidad en el caso de una mujer y la paternidad para un hombre. Solo a partir de la asunción de la diferencia sexual esto puede lograrse.
La conceptualización de Lacan de la función de la madre y el padre a lo largo de su enseñanza, podríamos reducirla, va del Deseo de la madre al deseo del padre. Del Nombre del Padre a la pére-version. Punto de inflexión, que la única clase del seminario de Los Nombres de Padre, pone en acto.
¿Un saber sobre el goce del padre no es la marca viviente que lo separa de su pura función simbólica? Se trata de un problema de existencia y no de puro significante.
Se trata de la especificidad del cuidado paterno, equivalente a esta père-version en el sentido en que Lacan emplea esta expresión en 1975.
La apuesta en estas Jornadas es poner al trabajo, estas nuevas modalidades familiares, y las consecuencias en la subjetividad del sujeto, en sus identificaciones y marcas de goce.
Si esta invención contemporánea promete la invención de nuevos modos de paternidad; las consecuencias habrá que verificarlas. A estos hijos de la “parentalidad”, a su nueva modalidad del lazo al otro parenatal, los escucharemos en lo consultorios.
Quizás, como psicoanalistas, tengamos que pensar que lejos de padecer la nostalgia de la caída de la familia “pequeño burguesa”, esta nuevas familias nos platean el desafío de repensar las funciones parentales y el estatuto del padre.


Um comentário:

MG disse...

Freud en su mito de Tótem y tabú teoriza aquello que funda el lazo social: el sentimiento de culpabilidad retroactivo de los hijos luego de matar al padre que abre la posibilidad de un lazo fraterno basado en una prohibición y en una pérdida. Se inaugura así un lazo bajo la égida del culto al padre muerto que nombra el padre simbólico, aquél que trasmite un nombre e introduce a sus hijos en un linaje.

En Psicología de las masas y análisis del yo, a partir del síntoma histérico, Freud conceptualizó tres modalidades de identificación como mecanismos fundantes de la subjetividad. La primera identificación, al padre por incorporación, instaura el primer lazo al Otro, anterior a cualquier relación de objeto. De este modo, identificación y lazo al Otro constituyen las dos caras de la misma moneda. No podemos pensar una sin la otra. No hay relación de objeto sin identificación. El síntoma es presencia del significante del Otro además de ser signo de goce en el cuerpo.

En la civilización contemporánea asistimos a la declinación cada vez mayor, no sólo de la figura del padre y del ideal, sino de la función paterna como tal. Función que ordena, pacifica y permite que el ser hablante se oriente. Efectivamente, la caída del padre trae aparejado la endeblez de lazo social.

¿Qué sucede cuando la institución familiar se quiebra? La figura del padre ya no cumple la función de interdicción del goce en exceso como en la época freudiana. En la actualidad asistimos a la proliferación de sujetos a los que la sociedad les propone que dejen de lado la vergüenza. ¡Cuenta tu manera de gozar, no tengas vergüenza!, pareciera ser el imperativo de la época vociferado desde las pantallas de televisión. Hoy todo goce vale. A cada uno le corresponde elegir el suyo entre los que ofrece el mercado para todos. Como consecuencia de ello nos encontramos ante individuos desinhibidos, sin vergüenza, desorientados.

El debate contemporáneo pone sobre el tapete la pertinencia de pensar el lugar del padre en esta nueva coyuntura. Pero también cómo pensamos la familia con sus modificaciones y qué modos de presentación, patológicos o no, se hacen efectivos en los novedosos lazos sociales.

Comisión científica: Roberto Mazzuca, Fabián Naparstek, María Inés Negri, Silvia Tendlarz
Comisión organizadora: Gabriela Basz, Sonia Mankoff, Kuky Mildiner, Marcelo Olmedo, Manuel Zlotnik